martes, 1 de septiembre de 2009

Equilibrando razón, climatizando emoción.

Hurgando en el recóndito más intransigente de un espacio trémulo descubrió las concesiones de su destino, aquel dicen está escrito.

Miró fijamente la pupila resguardada por un oscuro iris, la puerta del alma comentan, el cuestionamiento engorroso de un por qué personalista y a la vez globalizado inquietó de sobremanera su filiación ya dudosa.

Tomó delicadamente un lápiz carbón y con su meñique izado comenzó a regurgitar su conciencia sobre el papel. Su mirada se perdía entre líneas oscuras y su mano incesante zarandeaba de un lado a otro. Dejó descansar el lápiz copiosamente gastado y posó su mirada en aquel dibujo instintivo, mas las respuestas estaban ausentes y el por qué era más perturbador.

Observó los destellos refractar y la luz reflejar. Miró el movimiento natural incitado por un vendaval. Vio el pasar del tiempo y la agitación de la masa llamada humanidad. Todo aquello le resultaba afanosamente insípido.

Su mente recordó el poder de la esticomancia. Recorrió cada recoveco, abrió casualmente y sin pensarlo dos veces su índice se clavó . . . leyó: ". . .la cantidad de objetos encontrados indica que se trataba de una industria importante. . .". La interpretación era fundamental, y creyó fue la acertada, pero aún le resultaba insubstancial.

Abandonó la idea de conocer el porque a su por qué, quizá todo era inercia y no existía un objetivo claro.

En un tris las notas recorrían la habitación con sutileza, brincaban en sus oidos de manera melódica. Los sonidos fueron descodificados y las palabras crearon frases congruentes. Lo que oia le presionaba el pecho y dejaba sus músculos inertes, su boca entreabierta no era capaz de cerrar y sus ojos ya no titileaban. Su vista se nubló y una tibia lágrima recorrió su mejilla hasta reposar en sus labios. El porque a su por qué, el objetivo a un suceso natural, la claridad de su destino se hallaba entre silbatos y falsetes. Estaba claro, la tranquilidad de su talle era señal, la señal.


# Muchos dirán que tenemos nuestro destino escrito, es voluntad tachar y transcribirlo. Vivir, un suceso natural, un trámite más, pero con un porque; el mío . . . hacerlo cerca de él.
Y el porque al porque del por qué, es simple, YO QUIERO.