domingo, 3 de mayo de 2009

1995 - 1997

Se acercaba al lugar donde debía llegar. Una infantil entidad de vestido blanco lo esperaba. El chico se sentó al lado de aquel pedazo de mármol con el nombre de ella grabado. Algo sucio estaba, buscó en sus bolsillos algo que le pudiera servir, en ellos un trozo de papel periódico encontró, una noticia que hace algunas semanas su atención llamó, una vez más la leyó y con ella el mármol limpió. Su nombre más claro era posible ver, 'Diana Nahomi Monje Camilo', resonó en su cabeza y eco hizo con sus cuerdas vocales. Sobre sus piernas estaba la razón por la que a ese lugar habia ido. Observó como bajo la lápida un cuadrado en el césped se dibujaba y desprendía. Tomó con delicadeza lo que en sus piernas estaba y en el agujero cuadrado lo dejó, nuevamente con césped se cubrió y bajo tierra, junto a su dueña la osa Sofía se quedó. Un globo rojo sobre ambas dejó, clavado en la tierra, deseando que el viento no se lo llevara. La soledad a él llegó, el frío era notorio pero bastante agradable, su mirada se perdió, observando pasar por su mente una serie de imágenes que lo inundaron de nostalgia. A su lado la niña del vestido blanco apareció, sentada tal y como él lo hacía, ambos, separados por un globo rojo y un trozo de mármol.

- Ya está, Sofía a ti volvió - dijo bajito y sin apuros.
- Sofía dice que la cuidaste bien - inquirió ella con una voz tan dulce como su aspecto.
- Más bien ella me cuidó a mí. (segundos de silencio) Siento que el tiempo se acaba, yo quería el siempre, pero uno largo, ¿será como dicen? ¿será que mucho no podré disfrutar?, tengo miedo al tiempo, ahora le temo...

La niña lo miraba con tanta tranqilidad que las lágrimas que él había comenzado a derramar se detuvieron y un mensaje sin necesidad de separar los labios a él transmitió, una sonrisa en su rostro se dibujó aunque con algo de melancolía ésta apareció. El chico miró el cielo, era realmente hermoso, sólo nubes que hacían parecer la atmósfera una gran y enorme pizarra lista para ser dibujada, ni un pedazo de celeste en ella era posible ver. Un delicado viento jugó con su cabello y sintió la necesidad de abrazarce a él mismo. El momento era de irse, de pie se puso, ella lo imitó con Sofía en sus brazos - Yo me voy, tú te quedas - le dijo él a ella, la pequeña sólo sonreía de pie al lado del globo rojo, el estúpido comenzó a caminar con sensacion de satisfacción, los niños tienen respuestas que dejan sensaciones dulces, hasta son más sensatos que los adultos. ¿Todo bien?, mientras el suelo miraba escuchó - Sí, todo bien - dijo con un tono seguro sin dejar de sonreir y mirar hacia atrás para ver si la niña junto a su tumba seguía, efectivamente, de allí no se movía sin dejar de verle. Algo recordó y abruptamente se devolvió, corrió tan ligero como el viento de ese día - La corbata, la corbata de Sofía, me la he quedado . . . - sin terminar la frase la niña lo interrumpió - No te preocupes, eso no me molesta - Sonrieron una vez más y el chico retomó la acción, corrió hasta que en la neblina se perdió . . .